viernes, 4 de septiembre de 2009

La vida de Rosas

Juan Manuel de Rosas (n. en Buenos Aires, 30 de marzo de 1793 - † Southampton, Hampshire, 14 de marzo de 1877) fue un militar y político argentino, gobernador de Buenos Aires.
En 1829, tras derrotar al general Juan Lavalle, accedió al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Durante veinticuatro años procuró ejercer mando absoluto, y logró constituirse en el principal dirigente de la denominada Confederación Argentina (1835-1852).
El gobernador Rosas era un hombre disciplinado y que exigía disciplina. Con disciplina y autodisciplina había logrado hacerse rico y administrar un sistema complejo de estancias y saladeros, y así era como había logrado organizar a sus Colorados del Monte. Y aplicó ese sistema a su vida y su administración.

Por la mañana concedía audiencias, en las que administraba justicia y tomaba decisiones rápidas, casi como un señor feudal. Por la tarde se dedicaba a contestar la correspondencia y revisar las cuentas públicas, tarea que lo obligaba a concentrar su atención en cada papel producido por la administración pública, aún en los que trataban de minucias. Eso le exigía un esfuerzo enorme, que pagaría más tarde en forma de lentitud en las decisiones claves (como cuando se le viniera encima la batalla de Caseros).

Su relación con Encarnación fue muy estrecha: ella era una consejera política para él; cuando murió, en 1838, ordenó hacerle funerales dignos de un jefe de estado. Su hijo Juan se dedicó a administrar las estancias de su padre y casi no tuvo relaciones con éste. Su hija Manuelita heredó la posición pública de su madre, pero no era una consejera, sino sólo la cara amable, humana de la mansión de Rosas.

A partir de 1840, Rosas tomó como amante a una joven criada, Eugenia Castro, pero esa noticia no se hizo pública hasta después de su caída. Con ella tuvo ocho hijos, con los que compartió su escasa vida familiar en Palermo. Después de su caída quedaron en la pobreza y Rosas no se ocupó de ellos.

La quinta de Palermo era un gran terreno deshabitado, bajo y pantanoso que ocupaba la costa del río de la Plata en una zona que no tenía barrancas. Rosas la convirtió en un hermoso paseo lleno de naranjos y sauces, donde se hizo construir gran edificio pero de estilo híbrido entre criollo e italiano. Allí se mudó definitivamente en 1840 y allí atendía sus obligaciones públicas en primavera y verano. Sarmiento la haría demoler para hacer allí un parque público.

Rosas no tenía esclavos, a pesar de todo lo que escribieron sus opositores. De hecho, era uno de los pocos ricos de Buenos Aires que no tenía esclavos. Lo que sí tenía era bufones, unos locos deformes que usaba para divertirse y humillar a sus adversarios. Uno de ellos llevó el curioso nombre de Eusebio de la Santa Federación.

Video Juan Manuel De Rosas